Esos asquerosos días en que te levantas con ganas de seguir
durmiendo, con ganas de hacer tantas cosas y no saber por dónde empezar, y más
con unas grandes ganas de comer unas butifarras con rico café con un chorrito
de vainilla y leche, un brownie, unos alfajores, dos tamales, un choripán con
una porción de papas fritas extra grandes y la ensalada al costado… Gracias.
Como dirían mis amigas ¡Maldita Cerda!
Es que hay días en que todo apesta, nos aburre, todo está
chueco, y nos da pereza todo, hasta parpadear. ¡Ósea Aj! ¿Por qué la vida no
puede ser color de rosa siempre? Pues no pues, el que quiere celeste, que le
cueste. ¿Cuánto cuesta? Para pagar ahorita y no tener más problemas
existenciales.
Sentimos que es difícil ser uno mismo y que nadie nos entiende,
que somos bichos raros y que nunca seremos aceptados. Como un ogro.
¡Que la virgencita cuide a los que se nos cruce! En esos
días somos capases de cualquier cosa, sin sangre no hay delito. Y da ganas de
patear abuelas, ponerle masking
tape a todos los bebe y mandar a la misma eme a todos los pulpines que se
intentan hacer los interesantes. Adiós a la paz mundial, hoy hay guerra.
Nos levantamos renegando porque nos despertamos pero tenemos
ganas de hacer todos nuestros sueños realidad en un día, nos miramos al espejo
y nos vemos obesas, lloramos y pedimos un litro de helado para ahogar nuestras
penas, que ironía. Vemos nuestros cajones y nada nos parece, nada combina, nada
esta de moda, buscamos inspiración en redes sociales y volvemos a llorar al ver
que a Kendall Jenner todo lo queda como anillo al dedo, y nosotras nos sentimos
un dedo gordo. Vamos a salir a caminar, nos arreglamos, un poco de maquillaje y
un peinado fresco, pero el pelo esta todo grasoso y con frizz, tenemos más
granos que niño con varicela y encima sale sol. ¡Nos cortamos las venas con
galletita de soda!
Maldita sea, maldita sea, maldita sea la hora en que comí
ese balde de KFC sola. ¡Coño!
Solo nos queda tirarnos en la cama, mirando las imágenes
perfectas de nuestra blogger favorita en Instagram, mientras el helado y el
chocolate tratan de consolar las lágrimas y te preguntas ¿Por qué comes tanto
cuando estas depre?
No queremos admitir que tenemos un problema, pero lo
sabemos. Y eso tortura más, el saber y no hacer nada. ¿Por qué? No es solo
falta de voluntad, es un miedo interno, que está muy escondido, miedo a que sea
un esfuerzo en vano, y al mirarnos al espejo después de todo, seguir
igual.
A veces se siente mejor quedarte con el dolor que hacer algo
en vano, las personas te dicen que es posible, pero el dolor combinado con miedo
suele cegar a la gente, envenena el corazón con pensamientos e ideas dolorosas
y deprimentes, que te encadenan, y cuando quieren, se proponen a querer
cambiar, el peso de las cadenas es más pesado que las ganas, que al tirar, te
impulsan atrás otra vez. Donde perteneces, te dice tu miedo, mereces seguir así.
Y tu ¿Te has sentido así alguna vez?
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