No sé ustedes pero me he encontrado con personas de todo
tipo, y algunas usan el sarcasmo como segundo idioma, pero hay algo que coincidentemente
todos me han dicho… Y es que nunca han escuchado alguien tan sarcástica como
yo.
Ok, yo admito que son exageradamente sarcástica y no lo
oculto, y aunque no me considere la reina, el sarcasmo lo tengo tatuado en mi corazón
de una manera especial.
¿Pero es bueno? Eh yo diría que no siempre. Ser sarcásticamente
es mi mecanismo de defensa por así decirlo que puedo usarlo en muchos momentos
de los cuales ha ayudado bastante. Por ejemplo esos momentos realmente incómodos
cuando estas con una persona nueva o que no llevas mucho tiempo conociendo,
viene mi aliado “Don sarcasmo” que sale de mi boca y da directamente en la risa
de la otra, y así salvamos esos silencios incómodos. U otro es cuando estoy con
un grupo de compañeros y en un grupo suele haber una persona que quiere hacer
de líder pero cayendo mal a todos y pues mi salvavidas me ha ayudado a que los
demás se puedan no solo divertir, sino no darle importancia al problema.
¡Vez! El sarcasmo es muy útil, demasiado diría yo, por no lo
cambiaría por nada, porque puedes usarlo en diferente momentos de mucha algarabía
o en momentos realmente fastidiosos.
¿Pero cuál es problema? Pues muchas personas que no saben
apreciar los bueno vinos. Ósea no entienden mi sarcasmo.
“Yo me responsabilizo de lo que digo no de lo que tú piensas”
¿Ok? Para mi es increíblemente fastidioso cuando estoy con personas que no
saben apreciar de mi arte, lo hago para salvar la situación y tu vienes con
berrinches… ah, sabes Visto. Chau. Se terminó. Esto no va más. No soy, ERES TU.
IDIOTA.
Ok no. Si tú eres uno de los míos, pues debes haber paso
este momento de que se enojan contigo porque algo que ellos malinterpretaron. Pero
nada es lo que podemos hacer, porque si intentas explicarles suele ponerse
peor, en especial si esa persona es tu mama. Mi mama me conoce 20 largos y
aburridos años y aún no sabe la distinguir la diferencia. Y lo peor es que
suelo terminar con una riña de las antiguas. ¿Y porque no dejo de ser sarcástica con ella? Porque no quiero y no me da la gana… La verdad ese es el problema,
una vez que te vuelves adicta al sarcasmo, ya es difícil librarse de ella. Y yo me
declaro adicta.
El sarcasmo me salvo y me defendió en lugares como colegio y en
momentos en la que tenía que defender mi dignidad y mi respeto de manera
verbal, tanto que mi profesora de comunicación estaría orgullosa de léxico bastante fluido.
¿Rap? Nada, yo no más.
Solo que después, cuando ya tienes hijos y nietos… Ok no,
pero cuando ya eres más “grande” –ajj- y tienes que actuar responsable, o como
yo, fingir que lo eres, pues tienes que saber dónde usarlo y donde no, y sobre
todo con Quien.
La moraleja de todo esto es que esto te ayuda a pensar dos
veces que decir y te evitara decir babosadas que te dejen en ridículo. No digo
que me haya pasado… pero bueno… si me ha pasado.