Tres palabras, un significado.
Dolor.
Lo escuche de los labios de una persona, con lágrimas en la
cara. Con penas escritas en sus ojos, y con mil preguntas en la cabeza. ¿Por
qué me enamore? ¿Qué tiene de especial esa persona que yo no tengo? ¿Alguna vez
me habrá amado en todo este tiempo? ¿Por qué no lo olvida?
Cada pregunta es como un puñal. Saber que hay alguien más,
en medio de tu amor, obstruyendo la conexión que tenían, un fantasma que aun
ronda por su morada, es doloroso saber que al que tú amas, está pensando en
alguien más.
Y las preguntas son un martirio en tu mente, te consume
porque no hayas explicación, quieres saber que paso, cuando todo empezó a
quebrarse, o que fuiste tan ciego que siempre fue así, que hay hoyos que no
fuiste capaza de tapar. Y te duele saber que no fuiste suficiente para esa
persona, que para ti era tu mundo, tu despertar y final, tu solo eras alguien
más. Alguien con quien pasar el rato, quien distraerse, una mentira ante la
gente, un simple trapo.
“No quiero hacer más el papel de tonto” dijo “Veo que no
importa cuando me esfuerce en preocuparme por ti, cuidar de ti, saber de ti… Al
final tú sigas pensando en otra persona… Quizá tu mente está conmigo, pero tu
corazón aun le pertenece y ya me canse…”
Habían lágrimas de por medio, unas eran de desahogo otras de
arrepentimiento… Por más que intentas buscar la solución, la peor traición esa
la de tu corazón, cuando ya no puedes ocultar tus sentimientos y tus emociones
te delatan. No hay más vuelta, todo se complicó.
¿Por qué esperamos que sea tan tarde para darnos cuenta de
lo que tenemos? ¿Por qué lastimamos a los que nos quieren y queremos a los que
nos lastimas? ¿Por qué no es más fácil? Que dolor vi en esos ojos color miel
cuando quería explicarle a sus ojitos marrones que la amaba a pesar de que
quiera alguien más, y quedaría lo que sea por estar en su lugar, pero también esos
ojos estaban más dolidos que con ganas de continuar, ya no tenía fuerzas ni
voluntad y aunque en el fondo tenía la esperanza de que lo detuviera, sabía que
no iba a pasar.
Mira ese ahora corazón roto, que lo dio todo y se entregó
por completo, con pasión y anhelo, para ser pisoteado y regado por el suelo,
humillado de la peor manera. Recogió sus pedacitos regados, uno por uno, ni
siquiera intento armarlo, sabía que llegaría a cada y leería ese manual pero sabía
que nunca sería igual, porque cuando un corazón está roto, ya no hay más que
romper.