Hoy es de esos días en las que me quedo mirando la pantalla
por un largo rato, esperando el indicio de inspiración que me haga poner una
oración o mínimo una letra que haga efecto y como réplica pueda continuar
escribiendo… pero no.
Hoy es de esos días, raros muy raros, en las que no hay
nada, nada de nada, ni un susurro, ni un suspiro. Mi página esta en blanco ya
mucho tiempo, la música está a todo volumen pero hay algo que no está en
sincronía. Mi mente, esta nublada.
Intento que lo ocurrido no afecte mi vida cotidiana, pero es
imposible, porque de alguna manera, cuando una noticia, de esas noticias
impresionantes, colisiona con tu vida, pues no es fácil reponerse de la
tormenta de emociones. Esas cosas chocan en tu corazón y los espasmos se
sienten en todo tu cuerpo hasta tu mente, dejando con un nubarrón en mente.
Quizá esto no dure mucho, quizá esto ni siquiera lo lea
alguien, pero tengo ganas de decir tanto y a la vez no tengo nada que decir…
Mi corazón esta acurrucado entre mantas, llorando en
silencio, dejando el trabajo solo a mi mente, quien se siente saturado de
tantas emociones que no puede controlar, y se crea un torbellino de
sentimientos encontrados, que van a mil por hora de la cabeza a los pies.
Solo tomo una ducha, un poco de té y dejo que la música
hable por mí, o por lo menos me deje sorda de mis pensamientos, de las miles de
voces sonando, porque no puedo entender que dicen y tampoco quiero. Por un
momento quiero darme el lujo de estar triste, de sentirme mal entre mis cuatro
paredes, por un momento quiero llorar, quiero ahogarme en la marea de mis
lágrimas, para poder sentir ese ardor en mi interior, ese fuego que me recuerda
que sigo en vida, dando impulso, para mantener mi corazón bombeando.
Quiero estar preferencial, quiero tocar con mis dedos, estar
lo más cerca para sentir sus respiración, lo más cerca de mi dolor, quiero
gozarlo a flor de piel. Y por un momento, mientras las lágrimas caen por mis
ojos, sonrió, porque te veo enfrente de mí, te doy un abrazo, de esos que no
hacen falta palabras, esos abrazos que te restauran y juntan las piezas rotas
en ti. Te miro y te digo Adiós. Y en ese momento, mientras te vas, me deleito
en el duelo de tu perdida.