¿Cuándo había sentido
tanta cólera por despertar? ¿Cuándo sentir ganas de esconderme bajo una roca? ¿Cuándo
me volví tan antisocial?
Mire mi reloj, aún tenía tiempo pero ya estaba lista, me
mire al espejo y no me sorprendí ni un poquito. Lucia fatal. Solté una risa y
el reflejo me imito, esto sentía mal, muy mal.
- - Por eso nadie te hace caso –susurre.
Cogí mi maleta antes de que Ángeles se dieran cuenta que había
empezado a lagrimear como una niña caprichosa. Me puse mis gafas que se había vuelto
un objeto preciado, ni siquiera tenía medida, o usaba para que no me vieran a
los ojos, para que evitaran mi mirada lo más posible. No necesita más problemas
de los que ya tenía. Ángeles dicen que no debería, debería mostrarme tal cual
soy, tal cual naciste, ellos deben aceptar como tú aceptas a ellos, pero Ángeles
no saben, siempre han sido bellos, como entenderían esto…
Camine sin sentido, casi arrastrando mi vida y alma como
ancla por la vereda hasta la parada de buces, a la espera de uno. Hacia frió,
era una bendición, parecía que llovería, llevaba una gorra, dicen la mejor
manera de mantenerte caliente en días fríos, es abrigando tu cabeza y yo amo usar
gorras, llaman un poco la atención pero valen el riesgo. ¡Por favor que llueva!
La gente se amontona para subir y conseguir un asiento, voy
por la parte trasera y alcanzo uno al lado de la ventana. ¡Qué dramático! Me senté,
y no esperaba que alguien lo hiciera a mi lado, no solían hacerlo con nacidos
del polvo, nosotros a veces ni nos sentamos juntos. Nacidos del polvo no eran
rechazados pero tampoco aceptados. No es justicia pero tampoco maltrato decían,
pero quien sabe de justicia en este lugar, nada ni nadie lo era. En un mundo de
demonios y brujas la tranquilidad era escasa, donde hechiceros y ladrones
pueden estar entre nosotros y ser como nosotros, como los timadores y extorsionadores,
no importaba el sexo en ambos casos, igual te apuñalaban si tenían la
oportunidad.
Algunos, decían eran nacidos del polvo, otros en lugares imaginables,
decían como mitos, decían la gente nacidos de desperdicios y estiércol,
infernos y pesadillas, dicen que algunos aun huelen a azufre y otros no pueden
decirlo en voz alta, dicen que es malo, muy malo para ser contado. Ángeles
nunca hablan del tema de frente, pero algunos saben, algunos dicen, pero al
final ¿Qué debería importar? Nacidos en paja, nacidos del barro o incluso
nacidos en hoyos infernales, no importa cuánto nos esforcemos, siempre seres
tratados por lo paso no por lo que somos.
Seguí mirando el cielo, en busca de respuestas inexistentes,
y mi mirada se topó con una, ojos escondidos en lunas, mirada perdida, un
aspecto raro, no malo, tampoco bueno, no era Ángel, eso era obvio, pero no
Demonio, no Bruja, ni nada. ¿Podría alguien de verdad ser nada? Yo quisiera. Estaba
leyendo un libro, sus dedos sujetaban el libro con si fuera un tesoro, y es que
lo son, pero alguna no entienden eso, algunas personas malas botan libros como
basura, botan sabiduría como desperdicio. No importa, tenía que bajar, y ella también,
guardo sus cosas apresuradamente y cuando iba a ponerse de pie, desapareció.
Valla estupidez.
Baje rápido para evitar que me empujaran, pero era mi pan de
cada día. Voltee y ella estaba ahí, solamente que no la había notado antes, o
tal vez no quería saberlo, le pedí que se valla, pero no puedes huir de tu
propia sombra.