Yo no nací para amar, nadie nació para mí, mis sueños no se
volvieron realidad…
Es la canción más feeling que he escuchado.
Y es que todos alguna vez la hemos escuchado en la radio o a nuestra abuela escuchándola.
Es muy triste.
Y es que a veces nos sentimos así, que estaremos solos para
siempre, que nunca encontraremos nuestra media naranja, por suerte yo uso
medias blancas. Ok no.
Pero si puedes sentir ese dolor, de soledad que va creciendo
en el fondo de tu corazón que siembra una semilla de duda, si es que hay
alguien haya afuera en el mundo exterior anhelándote como tú lo haces, esperándote
también con ansias como tú lo haces. Cuando empiezas a ver a tus amigos, como dice la canción, que se
van enamorando, experimentando, nadando más allá del arrecife, volando más lejos
del nido, y tú en el mismo lugar. Te puede llegar a tumbar. Tu cabeza es un lió
de preguntas que nadie tiene respuestas. Quieres llorar y gritar. Pero tienes
que ser fuerte, porque una parte de ti piensa que estas siendo patético,
incluso ridículo, ya que estas libre, puedes hacer lo que sea –si tu mama te
deja-. Pero al final no se va el dolor, el anhelo de tener a alguien a tu lado,
a quien poder hacer tanto y a la vez nada, decirle todo y callarle nada. Tantas
cosas.
Una vez leí una frase, muy bonita y que tenía tanta razón…
“La luna está llena de
miradas que se perdieron buscando una respuesta…”
Y es que cuantas veces la hemos visto, haya en lo alto,
brillando y una lágrima ha caído por nuestra mejilla, a la espera que ella te murmure
algo, aunque sea un susurro, un suspiro. No llego jamás. Te sientes tonta al
buscar donde no hay, pero tienes que ser fuerte, y Ella te lo enseña que está arriba,
siempre sola pero jamás deja de brillar. La luna.
Nunca sabrás cuando la vida te sorprenderá, quizá sea en el
mejor momento para completar tu alegría, quizá en el peor momento como una apuñalada
por la espalda, pero no será en vano, solo no te quedes dormido cuando pase,
porque a veces les regalos nuestros insomnios a quien no lo vale.